La muerte siempre ha despertado fascinación. Será por que todos aquellos que la experimentan no pueden contarnos con precisión en qué consiste y qué hay después del momento en que nuestro corazón dice basta. Y cuando la muerte es violenta o misteriosa, la curiosidad que despierta es doble.
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Cuentos policialesLa literatura policial, con sus crímenes de difícil resolución, siempre ha estado entre los géneros preferidos de los lectores. Existen personajes como Sherlock Holmes o Hercules Poirot que, gracias a la maestría de sus creadores, parecen tener vida propia y exceden la mera cuestión literaria.
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Tal vez por lo difícil que resulta crear, desarrollar y resolver una intriga en un relato de poca extensión, la novela suele ser el formato preferido a la hora de contar una historia policial. Sin embargo, existen una gran cantidad de cuentos policiales que vale la pena conocer.
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Dos escritores de la talla de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares han sido los compiladores de un libro llamado “Los mejores cuentos policiales”. Cabe destacar que estos autores han creado sus propios relatos de este tipo, incluso bajo el seudónimo de Bustos Domecq.
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Los dos volúmenes de “Los mejores cuentos policiales” nos permiten acercarnos a historias atrapantes. G.K Chesterton (“Los tres jinetes del Apocalipsis”), Agatha Christie (“La señal en el cielo”), William Irish (“Si muriera antes de despertar”), Graham Greene (“Una salita cerca de la calle Edgware”), William Faulkner (“Humo”), Edgar Allan Poe (“La carta robada”), Robert Louis Stevenson (“La puerta y el pino”), Arthur Conan Doyle (“La liga de los pelirrojos”), Jack London (“Las muertes concéntricas”), Guillaume Apollinaire (“El marinero de Amsterdam”) y Silvina Ocampo (“El vástago”) son algunos de los escritores que aparecen en este libro.
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Los cuentos policiales suelen aportar textos que parecen increíbles, aunque siempre aparece alguna mente desquiciada para transformar la vida real en una especie de reflejo de lo imaginado por Arthur Conan Doyle o Agatha Christie. Cuando la sangre pasa del papel a la realidad, ya deja de ser un entretenimiento.
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