EVOCACIÓN DE SILVES
¡Hala, Abu Bakr!, saluda mis posadas de Silves.
Pregúntales si añoran los días de amores como yo.
Saluda al palacio de las Barandas de parte
de un mozo siempre ansioso de estar ahí.
Guarida de leones y deliciosas doncellas.
¡Qué guaridas y qué salones de mujeres!
¡Cuántas noches deliciosas entre sus sombras
con chicas de generosos traseros y finas cinturas!
Blancas y morenas, atravesando mi alma
como blancas espadas y morenas lanzas.
Aquella noche juguetona cabe el dique,
con esa moza del brazalete que serpenteaba como el río.
Se quitó el manto, una rama de sauce su cuerpo,
como el capullo que estallaba en flor.
Me sirvió el vino de sus miradas,
de la copa; a veces de su boca.
El toque de su laúd me embrujo; como si oyera
el rasgueo de espadas en los cuellos enemigos
(Al Mutamid)
Pregúntales si añoran los días de amores como yo.
Saluda al palacio de las Barandas de parte
de un mozo siempre ansioso de estar ahí.
Guarida de leones y deliciosas doncellas.
¡Qué guaridas y qué salones de mujeres!
¡Cuántas noches deliciosas entre sus sombras
con chicas de generosos traseros y finas cinturas!
Blancas y morenas, atravesando mi alma
como blancas espadas y morenas lanzas.
Aquella noche juguetona cabe el dique,
con esa moza del brazalete que serpenteaba como el río.
Se quitó el manto, una rama de sauce su cuerpo,
como el capullo que estallaba en flor.
Me sirvió el vino de sus miradas,
de la copa; a veces de su boca.
El toque de su laúd me embrujo; como si oyera
el rasgueo de espadas en los cuellos enemigos
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