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No saber leer no es un impedimento para descubrir el cuento de “Caperucita Roja” porque esta famosa fábula comenzó a transmitirse de boca en boca en gran parte de Europa y, pese a que con el tiempo fue incorporada al ámbito literario, millones de personas a lo largo del mundo aún relatan la historia ante niños deseosos de conocer las aventuras de una pequeña desobediente que, por no respetar las recomendaciones de su madre, se vio expuesta al ataque de un lobo.
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Lejos de limitarse a reproducir la historia que él había oído, el autor realizó algunas modificaciones y ofreció su interpretación en un volumen de cuentos publicado en 1697..
En esa antigua propuesta, la trama se destacaba por lo cruel, ya que tenía como objetivo lograr que las niñas no se relacionaran con gente desconocida. En ella, además, faltaba la escena del lobo disfrazado de abuelita que invitaba a la protagonista a consumir la carne y la sangre de quién él había descuartizado minutos antes.
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Valiéndose de una obra dirigida al público infantil, Perrault intentó hacer de su escritura una entretenida lección moral que alejara a las muchachas de los peligros derivados del acercamiento con personas extrañas.
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Si bien leer el material creado por Charles Perrault no aportará datos significativos sobre este clásico de la literatura universal que ha logrado cautivar a generaciones enteras, analizar esa versión y compararla con la que ofrecieron en 1812 los hermanos Grimm es una alternativa interesante para aquellos que quieran descubrir cómo un mismo cuento puede cambiar según quien lo narre.
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Publicado por
Verónica Gudiña el 29 de Enero de 2010
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